Así éramos, Así somos. La revolución informática: del estadillo y el teléfono de góndola al efecto 2000 ¡y sin ratón!
Parece que llevamos siglos con ella, pero los inicios de la informática son muy recientes, y no sólo en Madrid, porque ni la NASA tenía ordenadores cuando Metro ya llevaba décadas recorriendo el subsuelo de Madrid. En realidad, el punto de partida se sitúa en una fecha tan cercana como los años 60 del siglo XX y por entonces su espacio se limitaba al ámbito académico. De hecho, el embrión de lo que hoy es internet nació con el objetivo de conectar universidades y pocas empresas pensaron entonces que ese nuevo “invento” tan fuera a servirles de mucho.
¿Y qué hizo Metro? Pues apostó por ella. Eso sí, pasito a paso.
El primer ordenador, como Naranjito
El primer ordenador que tuvo Metro llegó al mismo tiempo que el Mundial de Fútbol de Naranjito, en 1982, y lo hizo al Puesto de Mando de Pacífico. Supuso un importante avance para lo que hoy se conoce como Control de Tráfico Centralizado (CTC) porque por primera vez permitía ver dónde se encontraba cada tren. Eso sí, como nos explica Álvaro Prieto, coordinador de aplicaciones y explotación de sistemas del Puesto Central, no pensemos en nada parecido a lo que hoy conocemos como ordenador: tenía un teclado ABCD y no había ratón. También funcionaba con sistemas operativos propios tipo Digital, IBM y, sobre todo, UNIX. Vamos, que intuitivo, lo que se dice intuitivo, no era.
El siguiente paso se dio en el 86, cuando se abrió el Despacho de cargas de Quevedo, que incorporó todos los avances tecnológicos que permitía la época y que básicamente consistían en un ordenador Digital PDP 11/44. Este armatoste vino a ser a la informática lo que el “zapatófono” a la telefonía móvil, pero permitió algo tan importante como telemandar por primera vez todas las subestaciones eléctricas.
Dicho así puede no parecer gran cosa, pero pongámonos en situación (¡¡¡desempolvad las hombreras!!!): Hasta ese momento en todas las subestaciones eléctricas había siempre dos personas y cualquier maniobra implicaba al menos una llamada de teléfono a cada subestación, con el consecuente gasto de tiempo y personal. Este ordenador, que funcionaba con discos duros de 200 MB, permitió agilizar todas las tareas y mantener las subestaciones sin nadie, lo que abrió la posibilidad de destinar ese personal a otros departamentos.
Es decir, que lo que Ávaro Prieto describe como “un mamotreto todo por teclas con un cursor que sólo permitía moverte arriba y abajo, izquierda y derecha” revolucionó totalmente la forma de trabajar en toda la operativa de Metro.
Pedir hora para mandar un e-mail
Y mientras ¿qué pasaba en oficinas? Allí la llegada de los ordenadores se produjo un poco después, a finales de los 80, cuando se instalaron los primeros mainframes en una sala en la que, según explica Javier Tagarro, responsable del área de Comunicaciones y Tecnologías de la Información “de vez en cuando entraban unos señores enchaquetados mientras unas cintas daban vueltas”.
Por supuesto, por aquellos años no existía el concepto de Personal Computer o PC y los pocos ordenadores que empezaban a abrirse paso pertenecían a todo un departamento. En realidad, servían para informatizar algún proceso con tarjetas perforadas y sacar listados en papel, poco más, por lo que no despertaba pasiones. No es de extrañar, porque ¿quién necesitaba ese cacharro tan grande y caro teniendo máquinas de escribir y pudiendo mandar cartas por valija?
El cambio sustancial ocurrió cuando se empezaron a difundir los ordenadores personales, que podían conectarse a esos sistemas mainframe y que a Metro llegaron a principios de los 90. Es decir, cuando Metro ya llevaba 75 años funcionando como un reloj de forma completamente manual.
La llegada de estos PC supuso un gran avance, pero también un cambio en el modelo de trabajo que implicó la toma de decisiones muy importantes. Por ejemplo, ¿quién debe tener una cuenta de correo electrónico? ¿Todo el mundo? ¿Para qué? Hoy la respuesta nos parece obvia, pero entonces no, así que para mandar un e-mail por aquellos años había que pedir hora y usar la cuenta del departamento correspondiente o la de todo Metro. ¡Y eso se mantuvo así hasta 1995! Por cierto, no vayamos a pensar que la llegada de los ordenadores supuso la jubilación de las máquinas de escribir: éstas se mantuvieron hasta al menos el 96.
Mesas con papeles y teléfono de góndola
Imaginemos a un empleado de Metro que en esos años 90 gestionara, por ejemplo, la logística de un almacén y tuviera que elaborar un inventario: trabajaba en su mesa, donde tenía sus papeles, se trasladaba a la sala “del” ordenador para imprimir lo que necesitara, se volvía a su puesto y desde allí gestionaba los envíos necesarios utilizando su teléfono de góndola o heraldo o enviando por valija un paquetito. El ordenador, hoy herramienta imprescindible y personal, no era más que un servicio auxiliar y compartido.
Era la época del MS-DOS inicial, en el que todo se hacía en Basic, nada que ver con el actual sistema de Windows. El cambio a los ordenadores personales, con un entorno gráfico parecido al que hoy conocemos todos, fue fundamental, pero sobre todo lo fue el que estos se pudieran conectar a sistemas a través de los CPD (Centros de proceso de datos) de gestión o explotación ferroviaria. El cambio estaba comenzando y ya era imparable.
Todavía quedaba mucho para que las hojas de Excel sustituyeran a los estadillos y sólo tímidamente el WordPerfect (¿Quién lo recuerda hoy?) empezaba a sustituir a las máquinas de escribir en la elaboración los informes. Pero los primeros pasos estaban dados.
Luego llegó el temido efecto 2000, que al final quedó en nada, pero para el que hubo que prepararse, y el siglo XXI trajo ya la completa revolución que nos llevó donde estamos hoy, en el que pocas tareas pueden realizarse sin la ayuda de un ordenador o un teléfono móvil. Por el camino quedaron programas diseñados por los propios profesionales del Puesto de Mando para hacer frente a unas necesidades en continuo cambio, cintas de casete para emitir mensajes por megafonía… Pero eso da para otro capítulo de esta serie, así que de momento le damos al intro y… suspendemos la sesión. ¡Pero sólo hasta la próxima! ?